¿Es la responsabilidad social importante?

Por: Héctor Muskus

Continuamente me pregunto si mi trabajo hace sentido, y esta pregunta me la hago en el contexto de la desigualdad socioeconómica creciente, de la impunidad, de la trata de personas, de las desapariciones forzadas; de los gobiernos de izquierda, centro y derecha donde la corrupción es parte de los procesos burocráticos, de los gobiernos que participan en cada una de las situaciones nombradas anteriormente y nombradas a continuación; del punto de no retorno, del calentamiento global, del deshielo de los polos, de las continuas publicaciones que exaltan a las personas más millonarias del mundo y el yate que acaba de mandar a hacer porque ninguno en el mercado se igualaba a él… Realmente me pregunto ¿es la responsabilidad social importante?

Definitivamente creo puede ser una vía, y es importante resaltar el puede ser. 

Cuando inicié mi trayectoria profesional en responsabilidad social, tuve mi primera decepción que me alejó durante varios años de la RS. Incluso pensé que más nunca me involucraría en el tema. Les hago el resumen sin el spoiler. Trabajé con una empresa que necesitaba cumplir con ciertos procesos para mantener a su cliente más grande. Parte de esos procesos era la implementación de la responsabilidad social. Cuento corto, nos contrataron para ayudarles. Hicimos planeaciones, alianzas, creamos políticas y procedimientos, también manuales, establecimos metas y compromisos de implementación… Es decir, hicimos un trabajo robusto que les encaminaba a ser una empresa con mejores prácticas de las que tenían cuando nos llamaron… En fin, conservaron su cliente un año más. 

Transcurrido ese año, nos llamaron nuevamente, pues habían quedado encantados con nuestro trabajo y su cliente les pedía otra vez que evidenciaran lo que hacían en temas de RS. Me dio mucho gusto recibir su llamada, siempre es grato que te reconozcan por el trabajo que hiciste. Acudí a la empresa y «retomamos» la consultoría ¿cómo van con sus objetivos? ¿Cómo van con sus compromisos de implementación? ¿Qué ha pasado con las alianzas? Nada había sucedido, todo estaba exactamente igual que cuando nos habían llamado al año anterior. Rechazamos el contrato y decidimos no seguir prestando nuestros servicios a la empresa ¿por qué? En ese momento, hace 7 a 8 años, igual que hoy, creía que la Responsabilidad social era una vía para evitar el deterioro social, económico y ambiental y esa empresa no lo veía así.

Poco a poco fui entendiendo que, como en todo, hay quienes hacen las cosas porque les es importante, o que lo hacen por seguir la corriente, o les es requerido, etc. Pero eso no quiere decir que el camino de la responsabilidad social deje de ser una posibilidad. 

¿Cuándo es una posibilidad? Creo que en todas las situaciones (porque es importante, se sigue la corriente, es un requerimiento, etc.) esa posibilidad de transformación ocurre. Me explico a continuación.

He trabajado desde hace poco más de tres años temas de masculinidades con poblaciones de hombres. Desde los que tienen pocos estudios hasta los que tienen títulos de doctorado (los más difíciles por cierto), desde los que están en el área de manufactura hasta los que están como directores (insisto, los más difíciles). He llegado a algunos de ellos por 1) que les fue requerido como una medida de prisión cautelar, 2) porque les fue importante asistir a un taller de masculinidades, ya que se encontraban repensando su vida y 3) porque se estaba hablando mucho del tema en su grupo cercano y quiso saber de qué se trataba. 

A pesar de ser diferentes motivos y diversas historias las que cruzan a cada uno de estos hombres, hay algo que ha resultado ser común: cuando por el motivo que sean, incorporan o cambian una práctica, se dan cuenta de cómo impacta a sus vidas. Desde poder abrazar a su padre que nunca habían abrazado (ya saben, en esta cultura los hombres no debemos mostrarnos afecto), hacer un gesto de cariño con sus parejas, dejar de acosar (comúnmente conocido como piropo), incorporarse en tareas domésticas, dejar de pelearse en la calle porque «el de la combi me pasó muy rápido y no se fijó en mí», etc. 

Cuando introducen esos pequeños cambios en su vida, se dan cuenta de que quieren continuar haciendo cambios, así sea difícil y muchas veces doloroso… Pero, no todo es color de rosa, por supuesto hay también muchos hombres que no hacen el intento por realizar estos pequeños cambios, y por supuesto el resultado es que continúan siendo las personas que eran. Es el mismo caso de la empresa con la que trabajé hace 7-8 años. Por más de que había un plan, decidió no ejecutar ninguna acción… Siguió siendo la misma empresa. 

Estoy seguro que la responsabilidad social es una vía para lograr un mundo mejor para los seres que habitamos el planeta, pero tenemos que hacer cambios concretos, tenemos que ver los resultados que nos traen esos cambios, debemos a veces arriesgarnos a cambiar completamente lo que se nos dijo que debía ser.

Si alguna empresa nos da (en general a consultores, guías, coaches, etc.) la oportunidad de generar estos cambios, debemos saber por dónde empezar… No irnos con la corriente y aceptar «Sí, claro. Yo te ayudo a cumplas con el ODS #….» Hay empresas que ya están preparadas para hablar de temas éticos, que como afirma Belén Merino es la base de todo lo demás; hay empresas que no saben aún qué es la responsabilidad social; hay algunas que a pesar de que saben a quiénes impactan no tienen las herramientas para involucrarse y dialogar con sus grupos de interés, es decir, la responsabilidad social definitivamente es una vía, pero debemos saber por dónde comenzar. Y sobre todo, DEBEMOS COMENZAR.

La ruta de la responsabilidad social no es pretender, por ejemplo, que respondemos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cuando aún no tenemos detectados los asuntos materiales de nuestra operación. 

La responsabilidad social se debe asumir con una estrategia, con objetivos y recursos claros, y por supuesto con una perspectiva ética que nos ayude a diferenciar prácticas buenas de prácticas que están deteriorando nuestras sociedades y nuestro planeta. Y también se debe asumir con la valentía de hablar, de dialogar y de hacer aquello que creemos correcto, cosa que en nuestros países latinoamericanos lleva años siendo un gran  obstáculo para acercarnos al bienestar social.  

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